Chilavert

No voy a hablar de la Copa del Rey, de si Sevilla y Getafe tienen pie y medio en la siguiente ronda, de lo difícil que lo tiene el Mallorca y aún más el Depor, o de si Racing y sobretodo Atlético tendrán que jugarsela fuera de casa ante Osasuna y Celta.

Hace tiempo hablé, en una jornada de Champions, de dos porteros goleadores. Algo anecdótico en el mundo del fútbol, un cancerbero metiendo goles cuando su función es pararlos.

Existe un caso, un portero más conocido por sus chicharros que por sus paradas. Es paraguayo y metió en su carrera un total de 65 goles, marca sólo superada por el portero brasileño Rogério Ceni.

Es José Luis Chilavert.

Se le recuerda por su gran personalidad y por su fuerte carisma. No dejaba indiferente a nadie, o te gustaba o no. Recuerdo el Mundial de Korea y Japón, España jugaba contra Paraguay y una gran incertidumbre se respiraba por las calles de mi barrio sevillano al conocer que el portero rival tiraba los penalties, las faltas y que casi siempre, eran gol. Desde entonces no me he olvidado de su nombre.

Atrevido, era arriesgado y provocador. En un partido contra Brasil escupió a Roberto Carlos en la cara. Era polémico.

En España militó en las filas del Zaragoza donde tan solo metio un gol, de penalty a la Real Sociedad. También jugó Paraguay, Argentina, Francia y Uruguay.

Como él hay pocos. Un jugador distinto, toda una leyenda del fútbol