lunes, 6 de abril de 2009

Nueva sección. Reportaje

Los petrodólares acechan al fútbol en estado puro


  • Corría el invierno de 2003, cuando un empresario ucariano-estadounidense recaló en nuestro fútbol con un buen saco de dinero a la espalda, y con la intención de dirigir a un equipo como si de un juguete se tratase, un mero entretenimiento. El Racing de Santander había sido conquistado por Pitterman, un millonario excéntrico cuyo próposito no era mejorar al equipo cántabro, sino, simplemente, divértirse con él.Con su dinero, gastar en fichajes y elaborar una plantilla, o un intento de ella, para conseguir beneficios y éxitos rápidos. No fue así. Cambió Santander por el Deportivo Alavés. Rodeado de un personal al que utilizaba como simples herramientas para llevar a cabo sus ideas. Jerarquizaba su equipo desde la dirección, hasta los fichajes, incluso, se atrevía en la dirección del equipo, actuando de entrenador.
En ambas etapas salió muy mal parado.

  • Otro ejemplo, sería el del magnate ruso Abramovich, propietario del Chelsea y que solventó todas las deudas del conjunto londinense e invirtió millones de euros en grandes fichajes, con un propósito, arrasar Europa. También participa en equipos como el CSKA de Moscú o en el Corinthians brasileño.
Su tarea pendiente, la Champions.

  • El Manchester City ha sido presa también de un jeque árabe, que revolucionó el mercado de fichajes con el incorporación de Robinho y pretende dar un vuelco el próximo verano con la intención de incorporar grandes jugadores, a base de grandes cantidades de dinero. Kaká, Villa, Torres.. muchos han sonado como posibles refuerzos.

Veremos si los consigue.

  • La Liga española está siendo tanteada por otro de estos jeques, en concreto, el Betis, pretende desbancar de su trono a Lopera regalándole 90 millones de euros y comenzar un proyecto arriesgadísimo que se asemeja al emprendido en el equipo del City of Manchester.
¿Qué fue del romanticismo del fútbol? Meditar y remeditar las incorporaciones, porque un fichaje sin resultado supone un desastre en lo deportivo, planificar los entrenamiento con máximo cuidado, con la intención de sumar puntos y permanecer en la máxima categoría.
Ése es el mérito de un equipo, ése, es un gran merito en el fútbol.
Equipos que sufren cada jornada y que estudian su situación al detalle y no otros, que a base de cantidades extravagantes de dinero, pretenden hacer de su equipo una máquina de generar beneficios.

Fútbol sí. Destrozarlo no.

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